Es uno de los miedos más comunes en las relaciones sexuales y, sobre todo, al inicio de muchas relaciones de pareja. Las relaciones sexuales requieren para ser satisfactorias, un estado emocional que permita entregarse sin presiones, libremente, de modo que el intercambio de sensaciones, caricias y emociones fluya.
Algo que lo impide, con frecuencia, es “el miedo a no dar la talla”, a fracasar, a “que no salga bien”. Se trata de lo que las sexólogas y los sexólogos llamamos ansiedad de ejecución.
El temor a que la relación no salga como nosotros deseamos o una mala información o educación sexual pueden hacer que afrontemos la relación sexual dando una importancia exagerada y desmedida a la erección del pene o asumiendo como una necesidad imperiosa el alcanzar el orgasmo. Esto da lugar a una anticipación de los resultados y a no abandonarse al flujo de sensaciones y emociones. Es decir, el hombre piensa que no va a poder tener una erección “como debe ser” y la mujer que “no va a llegar al orgasmo”.
La excesiva importancia que se da a este hecho es motivo suficiente para ponerse nerviosos o nerviosas, aparece la ansiedad y, como consecuencia, se inhibe la excitación provocando problemas de excitación que dificultan lograr la erección o mantenerla o alcanzar el orgasmo. Los siguientes encuentros sexuales se realizan para comprobar si la experiencia anterior fue algo pasajero o es que en realidad “es un impotente” o “una frígida”.
Él o ella se convierten en espectadores/as angustiados/as de sus ejecuciones sexuales y con la expectativa de volver a fracasar. Y, de esta forma, el miedo a fracasar se convierte en la causa de fracasar y queda abierto el camino del desinterés sexual.