LAS PRUEBAS DE SELECTIVIDAD

  • 14 junio, 2017

En estos días muchos chicos y chicas están realizando las pruebas de selectividad. Es un momento importante para ellos, algunos se juegan en estos exámenes la posibilidad de obtener una puntuación que les permita acceder a los estudios universitarios soñados. Generalmente, el estrés se apodera de la mayoría de ellos y, en ocasiones, puede afectarles a su ritmo de sueño, apetito y relaciones familiares y sociales.

Durante todo el curso de segundo de bachillerato, la mayoría han tenido la vista puesta en estas pruebas con la conciencia de la importancia que puede tener para su futuro profesional. Desde el inicio del curso, profesores y padres les recuerdan la importancia de las notas a lo largo de las evaluaciones. Esta presión puede llegar a producir problemas de ansiedad en algunos estudiantes.

Los padres y hermanos, frecuentemente, sufren esta presión en casa. Las relaciones familiares pueden verse afectadas no sólo por las exigencias académicas sino también por la angustia e irritabilidad que éstas generan y que muchos jóvenes no saben canalizar de la forma adecuada.

Demasiado a menudo, estos jóvenes se encierran en sus cuartos a estudiar y reducen sus salidas familiares y sociales así como el ejercicio físico. De esta forma, su vida cada vez queda más limitada al rendimiento académico y éste se convierte en el único objetivo a conseguir.

Por supuesto, que la actividad académica es una parte muy importante en la educación y en la formación de la persona pero no debemos olvidar la importancia de otras áreas para lograr que nuestros jóvenes se conviertan en personas psicológicamente sanas. La importancia de lograr un equilibrio entre las obligaciones académicas y el descanso y el placer compartido con familia y amigos.

¿Cuál es nuestro objetivo como padres, la excelencia académica o la felicidad de nuestros hijos?